Acostumbramos
a juzgar a las personas por su apariencia, y no es que sea ni bueno ni
malo, simplemente es así, un acto inevitable del ser humano que forma
parte de nuestra vida diaria, pero que somos capaces de contrarrectar
cuando nos damos la oportunidad de conocer a alguien. Alguien que sin
quererlo puede que dé un giro a nuestras vidas, que nos hará cambiar su
apariencia; entonces, esa persona, poco a poco empieza a ser algo
especial, comienza a escribir una historia junto a ti que nunca se
borrará y en la que lo más importante no es de qué color sea la tinta
con la que escribes, si no cómo y qué escribes.
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